En Euskal Herria existe una cultura transfronteriza muy arraigada. «No amamos las paredes ni los muros» dice la canción. Los mugalaris han recorrido las fronteras durante siglos, hasta crear una economía territorial propia, y de paso demostrar que un pueblo está vivo. Las personas que viven cerca de la frontera la cruzan a diario para trabajar o estar con amigos y familiares. Incluso cuando las fronteras han estado cerradas han imaginado y desarrollado estrategias para superar los obstáculos y poder convivir así en Euskal Herria, abriendo las puertas a la normalidad y la naturalidad. Cuántas fronteras y obstáculos han tenido que superar también las personas de la Diáspora para seguir siendo comunidad y mantener la relación con Euskal Herria. Aun y todo, las limitaciones y obstáculos que hemos vivido y sufrido como pueblo no han sido hasta ahora un impedimento suficiente para que nuestro pueblo siga siendo un pueblo, para que éste sobreviva. Por el contrario, muchas veces los límites son la chispa para idear estrategias innovadoras, para profundizar en nuestra cultura y en nuestras relaciones. El joven investigador Gorka Freaters ha ideado el concepto de «mugalaritza contemporánea» en un trabajo que analiza las dinámicas en torno a las fronteras cercanas. Pues bien, en cuanto al ejercicio del derecho a decidir, también nos corresponde hacer mugalaritza. En otras palabras, el derecho a decidir se está convirtiendo en una dinámica constructiva de creación de herramientas nuevas y universales para encauzar legalmente las cuestiones soberanistas del siglo XXI. Estamos recorriendo el camino de hacer normal lo normal, por encima de todos los límites y obstáculos, el trabajo de mugalari para que se legalice el derecho a decidir.